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    Feijóo se lanza nuevamente con mentiras y contradicciones para presionar al PSOE para que se abstenga y lo deje gobernar España

    Tras su estrepitoso fracaso en las elecciones generales de 23-J de 2023, pierde credibilidad en España y Europa.

    Venimos de una campaña política larga y despiadada en unas elecciones generales del 23-J, para elegir al presidente de los españoles en este país europeo. Unos días de intensificación de los bulos, falsedades, contradicciones, mentiras, indecencias políticas y falta de respeto a la democracia de este país. Con un PP bunkerizado en la cúspide de los ultras sobrepasando a la extrema derecha en la indecencia política.

    Las mentiras contra un gobierno legítimo elegido democráticamente en las urnas en las elecciones generales de la legislatura pasada es el fuerte dolor que agobia a la ultra derecha y a la extrema derecha de este país. Así lo ha demostrado el líder de los ultras del PP Alberto Núñez Feijóo en la pasada campaña política para el 23-J. Este señor ha puesto en duda el sistema democrático de este país. Algo que consideramos que es demasiado grave en un líder político de un partido político que ha gobernado España. El líder del PP, efectivamente, trató de socavar las instituciones y los servicios públicos, desacreditarlos, poner en duda su credibilidad democrática y abrir la posibilidad a que se usen para llevar a cabo un fraude en las elecciones generales algo que no sucedió.

    Estas declaraciones de afirmación de Feijóo responde, en concreto: “Les pido a los carteros y carteras» que, con independencia de sus jefes, repartan todos los votos antes de que venza el plazo, para que los españoles podamos votar”. Asimismo, también dejo caer el pucherazo, precisamente, buscando de una forma u otra poner en duda los resultados electorales en estas elecciones. Esto no lo hace un demócrata lo hace un franquista, porque el pucherazo consiste en una manipulación electoral mediante la retención de papeletas de votación, que se guardaban en recipientes como pucheros (de ahí proviene su denominación popularizada). Algo que no ocurre ni ha ocurrido nunca en la democracia española.

    Esto obligó a correos a responderle al irresponsable del PP y al mentiroso de Alberto Nuñez Feijóo. “Correos defiende la profesionalidad de todos sus empleados y empleadas y de los servicios que lleva desarrollando a lo largo de sus más de tres siglos de historia”. Ese comunicado hecho público por la empresa estatal de Correos responde a la mala intensión y la sinvergüencería del líder del PP. Esta es la mejor que cualquier declaración por parte del Gobierno o de cualquier otro líder político, porque así lo retrata como un sinvergüenza.

    Este es el carácter mentiroso y manipulador de Feijóo, particularmente desvergonzado que no coincide con informaciones reales favorables al Gobierno de coalición que benefician a los españoles, como la bajada del paro, el aumento del salario mínimo interprofesional, la ayuda a la dependencia o los derechos conseguidos y muchos otros avances de muchísima relevancia en esta legislatura, que el PP y Vox votaron en contra. Que han provocado una reacción más intensa que otras veces en las redes sociales. Todas las grandes mentiras y la crispación del PP ha producido también indignación y escándalo en la ciudadanía española.

    Han atacado ferozmente al gobierno de coalición desde un principio apoyándose en bulos que son evidentes y contradiciéndose a sí mismos o que incluso varios parlamentarios del PP hayan aprovechado el bulo para golpear y dejar desprotegida a la política y la decencia democrática. Es legítimo que una fuerza política que no gobierna que está en la oposición tenga diferencias ideológicas y políticas y que éstas se expresen en público. Es legítimo también que haya conflictos, palabras gruesas e incluso interpretaciones diferentes de los mismos hechos. Lo que no es legítimo es el insulto o utilizar la mentira y la manipulación como arma política.

    Con todo este ruido montado de mentiras, bulos, falsedades, crispación y deslealtades y con la ayuda de los medios de comunicación, los tertulianos de cloaca de ultra derecha y la desaparición de Ciudadanos el PP fracasó en estas elecciones del 23-J. El partido popular no ganó aunque parezca contradictorio al haber ganado las elecciones generales en España. En este país no gana quien gane las elecciones sino quien obtenga más apoyos parlamentarios. Es una de las paradojas del sistema parlamentario español, muy diferente al presidencialista que es común en América Latina.

    El Congreso de los Diputados tiene 350 escaños, por lo que se necesitan 176 para tener mayoría. Con los resultados actuales, ninguno de los dos grandes partidos puede gobernar en solitario. El PP no alcanza una mayoría suficiente con las fuerzas más afines y esperaba resultados mejores tras las elecciones regionales y locales de hace unos meses, por lo que su victoria ha sido considerada como «gran fracaso» por muchísimos analistas políticos nacionales e internacionales.

    Este partido político corrupto y mentiroso que se ha pasado estos cuatro años insultando al PSOE y al gobierno de coalición con mentiras, bulos, manipulaciones, crispación, falsedades, deslealtades e insultos graves hoy le pide la abstención. El mentiroso de Feijoó reclama al partido socialista que no «bloquee» el gobierno de España, es decir, reclama una abstención de los socialistas en la investidura, algo que le permitiría ser presidente, pero que no parece probable.

    El Partido Popular y sus cómplices amiguetes de ultra derecha empiezan a presionar a los socialistas para conseguir la abstención. En nuestros días se está volviendo a vivir un clima político enrarecido, en el que parece que todo vale, donde no importa la palabra dada y donde cunde la desafección, la desconfianza y las simplificaciones políticas y demagógicas. Aún así el PP sigue utilizando la mentira como arma política contra el PSOE y contra otros partidos políticos sin respetar la democracia y los votantes de estos partidos políticos algo que tiene una larga historia. Asimismo, las mentiras de los medios de comunicación amenazan la verdad y la decencia de las que depende la democracia.

    Esta expresión del PP “la mentira como estrategia política” tiene dos acepciones: mentir para ocultar un problema o para negar una realidad que perjudica a su partido político. Una verdad que todo mundo conoce el retroceso, la manipulación, la corrupción y la mentira. De tantas posibilidades me preocupa especialmente estas cuatro últimas, por ser la que practica el PP y otros partidos de la derecha desde hace tiempo, como estrategia política para desgastar a cualquier Gobierno que no sea el suyo.

    Una descripción calcada del actual panorama político en España. Una escabrosa realidad del todo vale, de la destrucción del oponente, la humillación, el disfrute de ver la caída, la mentira y manipulación. En el medio: una ciudadanía hastiada, fatigada, dolida y frágil que sigue perdiendo la confianza en la política y los políticos. Pero no nos engañemos. España no ha sido nunca una democracia. Lo que pasa ahora es que van cayendo las máscaras. Lo que llaman “Régimen del 78” fue la continuidad del franquismo por otros medios, aunque probablemente, hace veinte años, incluso treinta, no haríamos esta afirmación. La diferencia es que en estos momentos la disidencia al régimen es mucho más consistente y numerosa, y es por ello que las fuerzas oscuras del estado profundo están abusando de la represión con el objeto de defenderse ante quienes cuestionan un statu quo crecientemente frágil. Simplemente hay que ver cómo han reaccionado desde principio.

    La fragilidad ciudadana tiene que ver también con la incertidumbre de saber qué va a pasar, qué consecuencias tendrán los actos de juego sucio con estas presiones del PP al PSOE, que hemos evidenciado recientemente pasadas las elecciones del 23-J: las conversaciones privadas deben tener la misma altura, seriedad y legalidad como si fueran a hacerse públicas. Hay que preguntarse si estas “estrategias” de acabar con el otro, que intentan normalizar como prácticas válidas en la política, tendrán alguna sanción ciudadana. Paraliza escuchar y sentir que, pese a las evidencias, no pasará nada y que nos iremos lentamente acostumbrando a una forma de hacer política y a políticos sin altura y decencia.

    Urge tener buen ejemplo y acciones decentes de quienes aspiran asumir el liderazgo de nuestro país y llevarlo por una senda de unidad, equidad, desarrollo y bienestar.

    Si Feijóo no lo logra que no lo logrará, será el turno de Sánchez, que necesitará pactar la investidura con Sumar y con otras fuerzas menores nacionalistas o independentistas vascas y catalanas que pondrán precio a los apoyos, tal y como ha sucedido en la anterior legislatura, pero eso no impedirá formar un gobierno de coalición muy similar al que hemos tenido en España.

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