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    Hoy se cumplen 50 años del sangriento golpe de Estado en Chile

    Casi dos décadas de un régimen dictatorial militar apoyado por los Estados Unidos como parte de la Operación Condor.

    Se cumplen hoy 50 años del golpe de estado en Chile a manos de Augusto Pinochet, quien gobernó durante 17 años. Aquel 11 de septiembre de 1973 el entonces presidente Salvador Allende dirigió palabras a la nación y luego fue asesinado en el Palacio de la Moneda.

    El Tanquetazo fue un intento de golpe de Estado que tuvo lugar en Chile el 29 de junio de 1973, unos tres meses antes del golpe que derrocó al presidente Salvador Allende. El intento fue liderado por el general Roberto Viaux, quien movilizó tanques y tropas del ejército para tomar el Palacio de La Moneda, sede del gobierno. Aunque el Tanquetazo fue aplacado y no logró derrocar al gobierno de Allende, disparó la polaridad política y aumentó la inestabilidad en Chile. Las tensiones y el clima de agitación culminaron en el golpe militar liderado por el general Augusto Pinochet.

    El golpe de Estado de 1973 en Chile dio inicio a una sangrienta dictadura que duró casi dos décadas y en la cual las torturas, desapariciones y represalias a miles de ciudadanos estaban en la orden del día del Gobierno de Pinochet.

    Este golpe de Estado que dio el general Augusto Pinochet contra el presidente legítimamente democrático Salvador Allende abocó al país a una crisis financiera interna económica y a un déficit democrático de grandes proporciones. Además, de centenares de miles de víctimas mortales, desaparecidos y violaciones a los derechos humanos que todavía hoy, 50 años después, siguen saliendo a la luz.

    Durante 17 años, hasta 1990, la dictadura militar chilena violó los derechos y libertades civiles por medio de un plan sistemático y una dura represión que acabaron normalizados por parte de la población, quizá como un recurso para sobrevivir.

    Salvador Allende Gossens, nacido en Santiago de Chile en 1908 y médico por la Universidad de Chile, fue elegido presidente de Chile en 1970, convirtiéndose en el primer presidente socialista en ser elegido democráticamente.

    Todo apunta que el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, fue propiciado con el apoyo principalmente de los Estado Unidos como parte de la Operación Condor. Su gobierno fue derrocado y muchísimas personas en ese momento fueron asesinados por los golpistas. El golpe de Estado marcó el fin de su gobierno y el inicio de un régimen dictatorial militar dirigido por un golpista fascista asesino.

    Su mandato estuvo marcado por una bota militar brutal, incluyendo torturas, encarcelamientos arbitrarios y desapariciones forzadas de opositores políticos. Este régimen del terror acabó por la vía democrática mediante un plebiscito realizado en 1988 en el que ganó su no continuidad en el poder. En 1989, la Concertación de Partidos por la Democracia, una coalición de partidos políticos, ganó las elecciones presidenciales y parlamentarias. La presidencia de Chile la asumió Patricio Aylwin el 11 de marzo de 1990, poniendo fin a 17 años de dictadura militar.

    En 1991, el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Comisión Rettig) documentó 2.296 casos de personas que habían sido objeto de homicidio político, de los cuales casi un millar eran casos de desaparición forzada. En 2004 y 2005, el informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura (Comisión Valech) halló que 28.459 personas habían sido detenidas por motivos políticos y que la mayoría de ellas habían sido torturadas. La Comisión se reabrió en 2010 para evaluar más casos de desaparición forzada, homicidio político, encarcelamiento por motivos políticos y tortura. El total de personas reconocidas oficialmente en Chile como desaparecidas o asesinadas entre 1973 y 1990 es de más de 3.200, y el de personas que sobrevivieron al encarcelamiento por motivos políticos o tortura, de cerca de 40.000.

    El proceso contra Pinochet fue una contribución positiva en la lucha contra la impunidad, porque ayudó al menos a recompensar tanto dolor y lágrimas de familiares de las víctimas mortales. Sí, porque debe respetarse el derecho internacional, debe hacerse justicia, y el mundo debe ver que se hace justicia. Estas acciones ofrecieron y ofrecen un mensaje inequívoco para quienes se consideran por encima de la ley.

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