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    En el ochenta y siete aniversario del asesinato del poeta y dramaturgo Federico García Lorca nos recuerda la dictadura franquista

    La salvaje ejecución de Federico García Lorca, acusado por sus asesinos de “izquierdista, homosexual y masón”.

    En este mes de agosto de 2.023, no podemos pasar por alto la memoria y el terrible asesinato en manos del estado español al poeta y escritor Federico García Lorca. Un día como ayer, 18 de agosto, hace 87 años, lo asesinaron al insigne dramaturgo por «rojo, masón y maricón» señalaron sus asesinos el 16 de agosto de 1936.

    La Guardia Civil detuvo en Granada a Federico García Lorca. El pecado fue el de haber firmado un manifiesto en apoyo al Frente Popular, una coalición electoral de partidos de izquierda que proclamaba la nacionalización de la tierra y de la banca y el subsidio al paro, entre otras cuestiones, y que por ello era señalado como “rojo”. Además su condición de homosexual no lo ayudaba en ese contexto, si hasta su familia lo condenaba por eso. Su muerte resuena como un eco sordo de una época sombría, donde la libertad de pensamiento se veía reprimida y donde los ideales eran considerados amenazas para el estado.

    Federico García Lorca nació en Fuente Vaqueros, Granada, el 5 de junio de 1898, camino de Víznar a Alfacar, Granada, 18 de agosto de 1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx y como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español del siglo xx. Fue asesinado por el bando sublevado un mes después del golpe de Estado que provocó el inicio de la guerra civil española.

    Aunque las décadas han pasado, sombras de ese pasado oscuro persisten y se manifiestan en formas modernas. Vox, un emergente actor político, parece evocar y querer revivir esos ideales retrógrados. Esta entidad política avanza con el ímpetu de presentarse como una novedad, pero bajo su superficie, se perciben ecos de un pasado que muchos desearíamos haber superado.

    En el ochenta y siete aniversario del asesinato del poeta, nos adentramos en la intrahistoria del Romance de la Guardia Civil española, poema inspirado por una huelga agrícola y la represión de jornaleros y gitanos en la campiña de Jerez, año 1923.

    El Romancero Gitano es una de las obras más populares de Federico García Lorca. Y de las más comprometidas. El libro, como diría el poeta, “aunque se llama gitano, es el poema de Andalucía; y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal”.

    Comparando esa época oscura con la actual aunque ni por asomo es igual. Ya no se trata solo de un partido político más; Vox se posiciona como la reencarnación de una ideología que, en su tiempo, consideró a personas como Lorca, con sus ideas y pasiones, como enemigos del estado. Ideas que hoy, cubiertas con máscaras contemporáneas, buscan nuevamente espacio en nuestra sociedad.

    Es revelador que en 2019, su líder, Abascal, afirmara sin rodeos que aquellos que defienden a Franco tienen cabida en Vox. Esta declaración nos obliga a cuestionar si estamos ante un intento de reescribir o incluso justificar segmentos oscuros de nuestra historia.

    Lorca, con su poesía y arte, simboliza la libertad, la esperanza y la resistencia ante la opresión. Fue silenciado por una ideología que no toleraba la disidencia, y ese mismo espíritu intolerante se percibe en algunas propuestas políticas actuales. Debemos recordar el legado de Lorca no solo como un poeta y dramaturgo brillante, sino también como un símbolo de lo que puede suceder cuando permitimos que el miedo y el odio dicten nuestra dirección.

    La salvaje ejecución de Federico García Lorca, acusado por sus asesinos de “izquierdista, homosexual y masón”.

    Entre el 18 y el 19 de agosto de 1936 fusilaron. Rencillas familiares, falsos cargos y una venganza planeada al margen de la ley terminaron con la vida del poeta una madrugada en el medio del campo. Sus restos todavía aguardan ser hallados, y su trágico final sigue vigente 87 años después. Lo de Federico García Lorca, no lo creía nadie en esa época porque era consagrado poeta y dramaturgo español, pero que sí, que era cierto; la noticia la había traído alguien que había estado por allá, que se lo habían dicho y había que creerlo: a Federico García Lorca una docena de fascistas lo habían ido a buscar a su casa y lo habían fusilado.

    Entre el 17 y 18 de julio de 1936 estalló en España un golpe militar contra la Segunda República, El 20 se había producido la sublevación en Granada luego de muchas dudas del general Miguel Campins, vacilaciones por las que sería ejecutado. Reestablecida la mano dura, no se trepidó en firmar sentencias de muerte contra republicanos, izquierdistas y sospechosos de pertenecer a estas orientaciones. El nombramiento del teniente coronel Velasco Cimarro, ya retirado de la Guardia Civil, como secretario del gobernador de Granada, sería clave en el destino de García Lorca.

    Nuestro deber colectivo es aprender de nuestro pasado, honrar la memoria de aquellos que fueron silenciados y trabajar arduamente para asegurarnos de que nuestra democracia se mantenga fuerte y resistente ante cualquier intento de erosión. La historia de Lorca es un recordatorio de que la libertad y la democracia son valores frágiles, que requieren nuestra constante vigilancia y protección.

    Una de sus grandes obras es el Romancero Gitano, “obra misteriosa y clara”, “popular y andalucísima”, donde lo narrativo y lo lírico, lo terrenal y lo simbólico, se fusionan entre si, hay una universalización del pueblo gitano y una importancia concedida al sur, un sur nutrido de esas personas que, de nuevo en palabras de Lorca, “parece nunca han existido para los poetas”. Personas que “mueren de hambre por no vender su voz milenaria a los señores que no poseen más que dinero, que es tan poca cosa”. Esas que riegan con su sudor el campo andaluz, o forman parte de un pueblo perseguido, estigmatizado e invisibilizado por la historia.

    El Romancero Gitano es una de las obras más populares de Federico García Lorca. Y de las más comprometidas. El libro, como diría el poeta, “aunque se llama gitano, es el poema de Andalucía; y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático del país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal”.

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