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    El fortalecimiento de las relaciones entre Colombia y Venezuela; un buen comienzo

    Era muy importante para Colombia la apertura de la frontera entre Colombia y Venezuela. Esa política se define como el arte de lo posible, tal vez sólo una actitud amistosa y solidaria, podría convertirse en un modelo positivo para el avance económico de ambos países.

    Enrocarse cómo lo hizo Iván Duque Márquez, fue abandonar la construcción del progreso activo, reemplazado por una ideología extremista de derechas absurda y estúpida, que sometió al pais a un bloqueo bilateral perjudicando gravemente la economía ligada a la frontera.

    Podemos darle miles de interpretaciones de una manera diferente en contextos distintos, pero en cualquier caso tiene dos lecturas muy simples: el fortalecimiento único colombo-venezolano, fuerte y firme de las relaciones de dos países hermanos y la fortaleza de América Latina.

    Por otra parte, sea ha considerado «bueno y positivo» que el nuevo presidente colombiano, Gustavo Petro, haya decidido restablecer las relaciones con Venezuela, las cuales habían sido suspendidas bajo la presidencia del ultra derechista de extrema derecha, Iván Duque Márquez, tras el reconocimiento del corrupto e impostor golpista, Juan Guaidó, como mandatario interino de los venezolanos.

    Lo que no se puede permitir en ningún país latinoamericano, ya sea de izquierdas o de derechas, que venga un presidente de visita a un país hermano, que no ha hecho absolutamente nada para fortalecer la democracia en su pais de origen a darnos lecciones de democracia, o simplemente a criticar la elección popular o la legitimidad de un presidente de uno u otro país hermano de América Latina. Normalmente ésto no ocurre a menudo. Esa intromisión es típica de EEUU y Europa.

    No se puede tolerar más intromisión en asuntos internos de un país soberano como Venezuela. Es totalmente contradictorio que un presidente bajo un régimen monárquico y con una democracia defectuosa, visto el control por un poder judicial caduco que de alguna forma tiene secuestrada la democracia de su pais: critique la legitimidad de un presidente elegido por el pueblo soberano de su país, pero lo más vergonzoso de todo aquello y sin matices, fue el recococimiento del presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, a un señor que no lo eligió absolutamente nadie como presidente de su país, que se autoproclama en una plaza pública como mandatario de Venezuela. Algo insólito e increíble en un democrata del siglo XXI, salvo la afinidad con el imperialismo estaunidense los grandes invasores del planeta.

    Para cuestionar la democracia de un país se necesita verdades, seriedad y responsabilidad. América urge la necesidad de plantearse una oportunidad frente al desarrollo común, una América Latina unida para iniciar un proceso estructural institucional, que se englobe dentro del continente desde Alaska hasta la Patagonia.

    Lo que no se puede es seguir mirando a quienes hoy dicen «Digo y mañana dicen Diego». Aquí tenemos uno de los ejemplos claros en una declaracion recogido en un medio de comunicacion: «Pedro Sánchez ha reconocido que se trata de «un debate» en la comunidad internacional después de que España y «muchos» países europeos reconocieran en su momento a Guaidó como «presidente legítimo». «Tenemos ahora una dualidad institucional que tiene que ser resuelta», ha añadido, insistiendo en que aboga por ese diálogo y por la reinstitucionalización democrática venezolana». Todo ese palabrerío es una manera de eludir responsabilidades políticas que las tiene.
    Lo que ha hecho con Guaidó también lo hizo con el Sáhara. Es un señor que actúa según se levante, si se levanta con el pie izquierdo pues no lo sé o sí se levanta con el pie derecho si que lo sé, le llaman el veleta socialista con frenos morados.

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