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    Con la muerte de Benedicto XVI, se pierde un gran intelectual y un extraordinario teólogo

    El innumerable cardumen de turistas, que iban y venían por la vía de la Conciliación, recuerdan que era el último día del año en la ciudad de Roma.

    Esta noticia sobre la muerte del Papa Benedicto XVI, aunque muchísimos católicos la esperaban por el delicado estado de salud del Pontífice emérito, ha causado gran conmoción en todo el mundo y de manera especial entre los fieles de la religión católica. La oficina de prensa de la en la Sede del Estado de la Ciudad del Vaticano ha difundido unas fotografías del cuerpo del pontífice alemán, vestido con la casulla roja pontificia pero sin palio, que si llevaba su antecesor, Juan Pablo II, en la capilla ardiente cuando murió en el 2005. Las primeras imágenes le muestran en la capilla del monasterio Mater Ecclesiae, sobre dos cojines, y junto a un árbol de Navidad, un belén y una enorme cruz.

    Con la muerte de Benedicto XVI, se pierde una persona comprometida con la Iglesia católica y sin duda a un gran intelectual y, sobre todo, a un gran teólogo. En efecto, Joseph Aloisius Ratzinger enseñó teología durante 25 años en distintas universidades alemanas, antes de ser nombrado arzobispo de Múnich. Posteriormente, fue durante más de dos décadas Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, previamente a ser designado Papa, posición que ocupó entre 2005 y 2013.

    Las últimas palabras de Benedicto XVI antes de fallecer, este sábado a las 9.34 de la mañana, fueron: “Jesús, ich liebe dich” (“Jesús, te quiero”, en alemán). Así lo asegura el diario argentino La Nación, citando fuentes informadas. El papa emérito murió a los 95 años de edad en el Monasterio Mater Ecclesiae, en los jardines del Vaticano, donde ha vivido desde su renuncia histórica en el 2013 y donde este domingo reposan sus restos mortales antes de que sean trasladados el lunes por la mañana a la Basílica de San Pedro para la capilla ardiente. El pontífice siempre tenía a su alrededor colaboradores eclesiásticos que velaban por su salud. La primera persona que acudió al Monasterio después de su muerte fue el papa Francisco, según ha confirmado el portavoz del Estado Vaticano, Matteo Bruni. Jorge Mario Bergoglio, que había dado instrucciones de que fuera informado inmediatamente de su situación, recibió la llamada de Georg Gänswein, el leal secretario personal de Benedicto XVI, para avisarle de su deceso. Entonces, en apenas diez minutos, el papa jesuita se desplazó hasta Mater Ecclesiae para rezar junto a su cuerpo y darle una bendición final.

    El innumerable cardume de turistas, que iban y venían por la vía de la Conciliación, recordaban que era el último día del año en la ciudad más turística de Italia. No sabían lo que iba a ocurrir. Las campanas de las iglesias de todo el mundo doblan a muerto. El Papa emérito Benedicto XVI, conocido también por su nombre secular Joseph Aloisius Ratzinger, ha muerto a los 95 años de edad. Es muy importante recordar que Benedicto XVI fue el 265° Papa de la Iglesia hasta febrero de 2013, momento en que, en un hecho infrecuente en el seno de la Iglesia católica, renunció al cargo de Sumo Pontífice. Después de esto, se retiró a vivir al monasterio Mater Ecclesiae, situado a pocos metros de la Casa de Santa Marta, la residencia del Papa Francisco.

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