Las monarquías es exageración, extravagancia y desigualdad social, pese a que, en países como Reino Unido, Suecia, Japón o España, su continuidad a medio plazo parece garantizada, otras monarquías como la de Tailandia o Jamaica ven debilitada su aceptación, precisamente porque la sociedad pide cambios más ajustados a la realidad social.
Aunque parezca increible en pleno siglo XXI, engloban monarquías absolutas que todavía siguen existiendo en varios países del Golfo Pérsico o el caso particular de Ciudad del Vaticano. Que todavía siguen practicando ese método obsoleto de la designación real, incluida España, aunque es una monarquía parlamentaria, está marcada por la sucesión dinástica de la edad antigua, precisamente año 3.000 antes de Cristo. Esas monarquías absolutas es un tipo de organización sociopolítica, de carácter protoestatal, en el que la autoridad y el poder está centralizado en una persona o en un grupo de personas, algo inaceptable en la actualidad.
Las monarquías surgieron con las primeras civilizaciones y hasta hoy poco o nada a cambiado, en otras palabras, pese a estas evidencias empíricas, nuestra democracia es claramente una farsa burgueza o una democracia no plena.
Empieza en esta década una batalla ideológica en defensa o en contra del futuro de la corona española, para unos, resulta execrable o que merece ser condenada o criticada con severidad y que la inviolabilidad sea revisada en su totalidad. Esta actitud de los republicanos, a los que integra sin mayores matices en la socialdemocracia, o hasta y con mucha más profundidad en la izquierda progresista, quienes critican la monarquia con firmeza son partidarios de solicitar un referéndum respecto a la continuidad del régimen. Además lo requieren con entusiasmo en el republicanismo tradicional del Partido de la izquierda progresista y la mayoría de los militantes de la socialdemocracia, poniendo de relieve sus contradicciones internas, y avisan de una eventual traición a la Corona si el sector juvenil o reformador se hiciera con el poder en el PSOE. Dentro de la socialdemocracia de este país existe algunos partidarios afines la Corona, sobre todo, dirigentes que han gobernado algunas Comunidades Autónomas, que parece alejarse de la realidad ideológica de su militancia que lo ha elegido.
Lo que parece inverosímil es que estos dirigentes, dizque socialdemócratas, interesados, no vean claro que la Monarquía parlamentaria es en realidad un apaño de las élites extractoras, responsables de la crisis financiera y económica que ha deteriorado y empobrecido a amplios sectores de la clase media en este país. Lo cierto es que en ambos casos, la pulsión es la misma: unos tratan de identificar la forma monárquica de gobierno con los intereses de la derecha y otros mantienen que solo un régimen republicano es capaz de amparar una verdadera democracia. Ésto último es considerablemente lo más lógico y coherente para el país, menos gatos, menos desigualdad y más protección a los más desvaforecidos.