El engaño y la posverdad es mucho más dura si tienes los ojos cerrados y los oídos tapados.
Cuando empezó a ponerse en marcha la Unión Europea, se hablaba de la Europa de los pueblos, de los ciudadanos y la Europa social. Hoy esa realidad es una posverdad que se ha convertido en un vaivén manejado por los Estados Unidos, como forma de máquina aplanadora que somete a este continente a su antojo. No sé qué pensar, no es la idea que nos vendieron. Parece más la Europa de los intereses económicos y una Europa de países no unidos que solo velan por ellos.
A partir de la llamada era de la posverdad no serán los hechos verificados la base de la toma de decisiones, sino el depósito del despropósito descarado de los Estados Unidos de América, que tendrán mayor importancia que las visiones preexistentes del mundo.
Estas condiciones que estoy observando hoy en Europa nos deja cada día mucho más impresionados. El término posverdad se refiere a las circunstancias en que los hechos objetivos que están ocurriendo en la actualidad se oscurezcan, pero luego al salir la verdadera luz influyen mucho más en la sociedad, que forma una opinión pública de llamamientos a las movilizaciones y al rechazo de esas decisiones interesadas que nos asfixia.
Este continente vivía en una burbuja ocultando su propia realidad. Una burbuja de espacios abiertos para los Estados Unidos y cerrados para aquellos que decidieran los americanos. Es decir, una complacencia extravagante que deterioró la buenas relaciones con muchísimos países emergentes de varios continentes con la Unión Europea. Estos espacios especiales diferentes fueron basados única exclusivamente para los intereses de los americanos y por eso Europa está hoy como está sufriendo por una guerra que no es la suya.
No podemos ocultar ni asesinar la verdad, el fascismo y el neoliberalismo americano se ha unido al europeo e instalado en nuestro continente. En aras de preservar el poder, de ofrecer una imagen distinta a la realidad, por eso, se sacrifica la verdad y se ofrece una versión interesada de lo que acontece en una sociedad como la nuestra. El engaño y la mentira tienen una gran importancia para influir sobre el ciudadano en la política contemporánea. Hechos como el abandono de la Unión Europea por parte de los ciudadanos británicos (Brexit) son ejemplos de la eficacia de la posverdad. Afortunadamente hoy poco a poco se está descubriendo la verdad y somos nosotros los ciudadanos los que tenemos que contarla.
Esta realidad de nuestro continente nos lleva a rechazar permanentemente las guerras, el envío de armas a países en conflicto y la venta del mismo porque afecta negativamente al universo y a los habitantes del planeta, sin contar los muertos por los combates bélicos, el calentamiento y la contaminación del mundo, que mata al año miles de seres humanos y millones especies, entre ellas, flora y animales en vía de extinción.
Estos políticos y los partidos que los sustentan son unos irresponsables, porque buscan una lectura interesada para Estados Unidos que los dejará sin ninguna duda en la estacada. No pueden seguir tergiversando los hechos y acomodándolos a sus intereses de la camarilla que ejerce el poder, porque la realidad se está conociendo demasiado rápido.
Sin embargo, preguntamos a la gente en la calle por qué está mal Europa, y la gran mayoría responden sin vacilar «por Estados Unidos», y no necesitan mucho tiempo para dar esa respuesta, en unas milésimas de segundos sin dudar ni improvisar la respuesta es coherente, que en la mayoría de los casos será más que una tautología porque así es la respuesta de los ciudadanos. Es un verdadero hecho que todo ser humano tiene una opinión formada sobre lo que está bien o lo que está mal. Más que una opinión, sería más adecuado decir un criterio, pues, ante una situación tan delicada por la que está pasando Europa, la mayoría de la gente apenas necesita unas milésimas de segundo, vuelvo y repito, para concluir si la Unión Europea ha obrado bien o mal.
Por cerrar los ojos no va a cambiar absolutamente nada. Nada va a desaparecer simplemente por no ver lo que está pasando. Si rechazamos las injusticias, las atrocidades y las mentiras tenemos los ojos abiertos. De hecho, las cosas serán aún peor la próxima vez que los abras si los tiene cerrados. Sólo un cobarde cierra los ojos. Cerrar los ojos y taparse los oídos no va a hacer que el tiempo se detenga ni que las cosas no sucedan.