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    Recriminan al líder de los populares que vaya a una investidura cuando no tiene los apoyos necesarios para formar un gobierno en España

    Amnistía o Vox más el protagonismo de Felipe González Márquez y sus termitas que le comen la cabeza.

    Después de las elecciones de este 23 de julio de 2.023 y tras el recuento del voto exterior la investidura de Pedro Sánchez sube el peldaño del circo «que es mucho más difícil que antes”.

    Se empieza en este mes de septiembre a mirar el tablero político después de haberse constituido las Cortes Generales en España. Al tiempo que Felipe VI, Rey de España ha encargado al líder del PP para formar gobierno si cuenta con los apoyos parlamentarios necesarios para constituirlo.

    La hipocresía de los políticos en el campo de los pactos para formar un gobierno en España pasa por echar un vistazo a la Constitución Española, por la decencia política y por tragarse la lengua. Lo que significa que el Partido Popular ha mermado considerablemente la crispación con respecto a los independentistas catalanes y con el PSOE. La actuación vergonzosa que han tenido los populares y su líder Alberto Núñez Feijóo con el tema del independentismo catalán y con la expresión constante de derogar el sanchismo es sin ninguna duda el escollo más duro de solventar.

    El afán de protagonismo de Alberto Núñez Feijoo según dice la mayoría de la sociedad española es inaceptable. Que recriminan al líder de los populares que vaya a la investidura cuando no tiene los apoyos necesarios para formar un gobierno en España. Y ponen de ejemplo lo sucedido en las elecciones en Canarias “El Partido Socialista ganó las elecciones en el archipiélago canario y no por eso el candidato del PSOE Ángel Víctor Torres se presentó. Simple y llanamente porque era consciente que no lo conseguiría, agregaron cientos de miles de españoles en Canarias.

    Asimismo, el líder de los populares sigue cargando contra el partido Socialista Obrero Español con la ayuda del fascista recalcitrante Felipe González Márquez. Que sigue mal intencionadamente firme en su comportamiento, actitud, ideas o intenciones contra el partido que le ayudó en su día y que lo hizo varias veces presidente de España. A pesar de estar equivocado ataca indiscriminadamente a todo lo que huele a izquierda en este país. Este señor ha dicho ayer en una entrevista que no le gusta que las minorías se impongan a las mayorías. Y que el artículo 155 no lo suprimiría sino que lo ampliaría. Además, insistió que la amnistía no cabe en la Constitución actual, algo que no se lo cree ni él mismo.

    Lo que no se le puede permitir a este facineroso, corrupto y sinvergüenza es que le falte al respeto a los votantes de la izquierda de este país. Una muy buena parte de la sociedad española le ha votado a la izquierda, a los nacionalistas e independentistas en estas elecciones del 23-J y esta representación no puede ser manchada por un fascista sinvergüenza y derechoso como lo es Felipe González, expresidente de España. Las declaraciones que ha hecho contra Podemos son intolerables, deplorables e inaceptables.

    Llamar termitas a los representantes de millones de votantes de la izquierda de este país es de sinvergüenzas. Decir que las termitas son el debilitamiento de los cimientos constitucionales es mentirse así mismo. Despotricar con tanto descaro contra Podemos no es de demócratas es de fascistas. Pero esto no solamente queda así. El franquista de González dijo textualmente que «las termitas se están comiendo los cimientos de la convivencia». Al tiempo que insistió «las termitas son un éxito del 15M. Han subido como cohetes y han caído como plomos» agregó sin sonrojarse. En vista de todas estas acusaciones falsas e incoherentes contra el PSOE y Podemos de cosas como estás su partido le pide que se calle. A lo que dice al terminar su barullo «no me gusta el proyecto de Pedro Sánchez y me siento en orfandad». Algo que es completamente falso según han dicho algunos militantes del PSOE.

    Pero esto no termina aquí. El líder de los populares sale siempre en defensa de Felipe González Márquez por cuestiones ideológicas. Lo hemos visto en muchísimas ocasiones anteriores. Recordemos el efigie y el ataque en la misma línea de Gonzalez contra el PSOE. Considerada por Alberto Nuñez Feijóo líder del PP en estas declaraciones. “El PSOE que conocíamos ha dejado paso a un partido de Sánchez controlado por Sánchez, que ayer ha tenido que aceptar algo sorprendente: que uno de sus aliados, Podemos, califique al expresidente González como un criminal de Estado. Y que el PSOE se calle”, señaló Feijóo, que asegura que no comparte esos calificativos y que “el PP, como partido de Estado, no puede aceptar que una parte del Gobierno señale como criminal de Estado al expresidente González. Lo denuncio y lamento que el secretario general del PSOE se calle porque el que calla, otorga”, insistió.

    Cuanta razón tenía Pablo Iglesias cuando hablaba de presos políticos y estos hipócritas facinerosos se mandaban las manos a la cabeza, al tiempo que los medios de comunicación bailaban en la constitucionalidad de los fascistas. En ese entonces no hace mucho. En la legislatura pasada el vicepresidente del Gobierno de España, hoy retirado, y el máximo exdirigente de Podemos compararon a Carles Puigdemont, prófugo de la Justicia española, con los refugiados españoles de la dictadura franquista.

    Pablo Iglesias

    La cuestión en este caso es que, más allá de que Pablo Iglesias haya o no haya intentado situar al mismo nivel a Carles Puigdemont y a los exiliados de la dictadura franquista, el exvicepresidente del Gobierno de España afirmó que éste es, al igual que lo fueron aquellos republicanos ejemplares, un exiliado.

    Es muy importante recordar que hace casi tres años que líderes políticos y sociales, miembros del anterior gobierno catalán y de las dos asociaciones civiles más importantes del país, así como la ex presidenta del Parlamento de Cataluña, fueron encarcelados o han tenido que irse forzosamente al exilio a raíz de la celebración del referéndum sobre la autodeterminación de Cataluña del 1 de octubre de 2017.

    Esta situación se produjo en el corazón de Europa en pleno siglo XXI. Derechos fundamentales como la libertad de expresión o el derecho a voto pueden conllevar penas de prisión en España, con unos poderes del Estado que no actúan por criterios técnicos sino políticos.

    Lo hemos visto con la actuación vergonzosa del gobierno de Pedro Sánchez facilitando la fuga de España del rey emérito Juan Carlos I, a pesar de las claras sospechas de corrupción que pesan sobre él y que han sido destapadas por la prensa internacional. La posición del gobierno a favor de una persona con claras sospechas de corrupción coincidió temporalmente con la suspensión del tercer grado penitenciario a los presos políticos, una decisión técnica que tomó la administración penitenciaria y que ha sido revocada a instancias de la fiscalía. Corruptos, monarcas mafiosos, violadores o asesinos tienen más derechos que los presos políticos catalanes. Es el sentir de una parte de la sociedad catalana.

    Carles Puigdemont

    El Estado, incluso, decidió vulnerar los derechos políticos de presos y exiliados, impidiendo, por ejemplo, que pudieran ocupar democráticamente sus escaños como eurodiputados en el Parlamento Europeo gracias al voto de más de dos millones de personas.

    No es para nada fácil esta legislatura ni para el PP ni para el PSOE. Lo que si está claro es que casi nadie de los políticos de uno u otro partido y de los medios de comunicación hablan de los prófugos de la Justicia o de los delincuentes golpistas. Aquí florece la hipocresía y la mentira. La violación sistemática y descarada de los derechos políticos de unos ciudadanos catalanes que decidieron elegir a sus representantes para que los representará. Hoy esos políticos son necesarios para formar el gobierno de España «tremenda contradicción». La maniobra no es sencilla pero solo hay una cosa clara, tiene que salir. Los hombres más cercanos al presidente Pedro Sánchez llevan varios días dándole vueltas al plan más complejo al que se ha enfrentado el líder socialista en su larga historia de giros imposibles y resistencias inesperadas: buscar una pista de aterrizaje para que Junts pase del no a casi todo al sí a la investidura.

    El PSOE ha perdido un diputado en beneficio del PP, con lo que la abstención inicial de Junts tendría que convertirse en un voto favorable. Pero en lo sustancial nada ha cambiado. Que nadie se equivoque, para Carles Puigdemont no hay diferencia entre abstenerse o votar a favor. Se trata de hacer presidente a Sánchez. Se trata de elegir entre nuevas elecciones o, por el contrario, de jugar a tener la sartén por el mango toda la legislatura, pues el voto de Junts sería igualmente imprescindible para aprobar casi cualquier cosa, empezando por los Presupuestos. Y todo debería volver al Congreso para superar el veto del Senado donde el PP tiene mayoría absoluta. El escenario es ideal para Puigdemont que, de ser un político perseguido por el fascismo español, pasa a convertirse en el centro de atención de la política española.

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