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    El fanatismo religioso del presidente de El Salvador, Nayib Armando Bukele Ortez, se impone con mano de hierro

    La paz se construye con los pies en la tierra no con la cabeza en el cielo. Bajo su influencia religiosa justifica las violaciones de los derechos humanos.

    América Latina, como muchas otras regiones del planeta, vive la recomposición de las relaciones entre el ámbito de la religión y el espacio público, la de las fronteras y relaciones entre estos espacios y la de las entidades involucradas en esas relaciones (el Estado, lo público y lo religioso). Sin irnos muy lejos podemos ver claramente que en el Salvador el fanatismo religioso del presidente, Nayib Armando Bukele Ortez, se impone con mano de hierro en ese país. Este señor es un político y empresario salvadoreño. Es el actual presidente de la República de El Salvador desde el 1 de junio de 2019, sucediendo en ese cargo a Salvador Sánchez Cerén.​

    Luego de diversas disputas con la cúpula partidaria, es expulsado de dicho instituto político previo a la campaña presidencial, lo que le dio mucha aceptación de la población, altamente desencantada por los partidos dominantes en el espectro político a raíz del engaño, del nepotismo y el clientelismo, así como por los casos de corrupción que se han revelado y que no han sido procesados justamente. Asimismo, es de aclarar que Nayib Bukele nunca fue pobre. Proviene de una familia con alto poder adquisitivo, pero uno de los elementos que se le ha cuestionado es si es de izquierda o de derecha. Nayib Bukele ha reiterado ser de pensamiento político de izquierda, pero es parte de un pequeño grupo empresarial que lo coloca en la vertiente económica privilegiada del país.

    Como todos sabemos Bukele ha llegado al poder político de la primera magistratura por un partido político de derecha, Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), lo que da amplio margen de maniobra para la toma de decisiones al conocer la forma del manejo de estos institutos políticos. Es entonces, que parte de ahí la implantación en él de esas transformaciones ideológicas religiosas.

    Desde mi punto de vista todas las religiones me parecen respetables aunque no las comparta, pero el fanatismo religioso me parece extremadamente peligroso, porque su ceguera sostiene ideas equivocadas y se mantienen firme o inamovibles en su actitud, aunque se le den razones en contra. «los muy testarudos todavía se atreven a defender su fanatismo» aunque sepan que están en un error. Esta definición está muy extendida, pero no sirve para algunos. En primer lugar, porque las ideas equivocadas son “siempre” las del otro. En segundo lugar, porque toda persona con un poco de equilibrio se da cuenta que también puede haber fanáticos con ideas correctas e indiscutibles, y, a la vez, hay gente terriblemente equivocada que no es fanática pero en este caso si que está descompensado. Este señor gobierna el Salvador con la cabeza en el cielo y no con los pies en la tierra. La aparición y legitimación de nuevos formatos de relación con lo sagrado, para ellos es la intensificación de las dinámicas de competencia.

    Este gobernante fanático religioso es un sujeto que se cree dueño de una verdad absoluta y atemporal, de la cual no se puede hacer la más mínima crítica o reflexión. Bajo su mandato y su influencia religiosa se ha justificado encarcelamientos masivos sin orden judicial o sin sentencias condenatorias, despojos forzosos de viviendas de familias de los detenidos sin un procedimiento jurídico que lo justifique y chantaje continuado al parlamento salvadoreño, prueba de ello es cuando este señor irrumpió en el parlamento escoltado por militares y policías fuertemente armados, escenificó la crisis interna y el pulso sin precedentes que se está viviendo en el país centroamericano. A ellas se agregan la modificación de los modos aparentemente dominantes de regulación de instrucciones directas, a comandos militares acompañado de una ideología fanática religiosa.

    Esta profunda y dinámica recomposición que ellos llaman sanear el país, cuestiona los supuestos bajo los cuales fueron conceptualizados lo público, lo estatal, y sus respectivas relaciones con las instituciones del Estado. Lo que no puede ser posible es poner primero una ideología religiosa antes que una realidad existente. Es lo que ha pasado en el parlamento salvadoreño. Ante la imposibilidad de votar el crédito por falta de quórum, pues solo estaban presentes 20 de los 84 diputados, el mandatario pronunció una oración desde la tribuna, antes de dirigirse a las miles de personas que le esperaban en el exterior del Parlamento. Esta situación es bastante extraña en un mandatario justificar los atropellos a la democracia con oraciones religiosas.

    «Si estos sinvergüenzas no aprueban esta semana el Plan de Control Territorial, los volvemos a convocar aquí el domingo, le volvemos a pedir sabiduría a Dios y le decimos: Dios, tú me pediste paciencia, pero estos sinvergüenzas no quieren trabajar por el pueblo, dijo Bukele. Si no aprueban el préstamo el Consejo de ministros los va a volver a citar y si aún así no lo aprueban, el pueblo deberá poner en práctica el artículo 87 de la Constitución». Lo significa ésto una incitación a un Golpe de Estado en cubierta. No sabemos si este señor está loco o no, pero lo que si sabemos es que es un dictador, manipulador y sinvergüenza, que utiliza la religión para engañar a los ingenuos que son creyentes de lo no existente e incrédulos de lo existente que vive su país centroamericanos

    La puesta en escena es impresionante. Los videos que circulan por las redes sociales de centenares de hombres que, vestidos solo con ropa interior blanca, abandonan las cárceles de El Salvador para ser trasladados en autobuses hasta el que es el proyecto insignia de la política de seguridad del presidente Nayib Bukele: el Centro de Confinamiento del Terrorismo, un enorme complejo presidiario localizado a las afueras de San Salvador y anunciado por el mandatario como “la cárcel más grande de toda América”. En otras palabras, si no nos falla la memoria de la historia del nazismo es un poco de lo mismo. ‘Un centro de concentración’, los campos de exterminio, también llamados campos de la muerte o fábricas de la muerte, fueron un tipo de campos de concentración construidos durante la Segunda Guerra Mundial por el régimen nazi. El nazismo fue una ideología de carácter totalitario que otorgaba central importancia al papel del Estado, que controlaba todos los órdenes de la vida, y que estaba representado en el liderazgo de un caudillo supremo, cuya misión era la de conducir al pueblo hacia su prosperidad económica y felicidad social.

    Es increíble y muy peligroso hasta donde puede llegar el fanatismo religioso de un ser humano y más aún, si ese ser humano tiene poder absoluto. Por regla general el fanático religioso realiza una tergiversación de los principios y enseñanzas de la religión a la cual dice pertenecer. Generalmente se clasifica al fanático como una persona ignorante e ingenua, con un razonamiento apenas suficiente para justificar y defender sus creencias mediante la agresión o juzgando a los demás como herejes o criminales.

    Este tipo de fanáticos según los expertos presentan cuadros de monomanías y comportamientos obsesivos sin lugar a discusión amparándose en la veracidad inquebrantable de una sola verdad, los comportamientos repetitivos se convierten en su forma de vida; alabanzas, horarios de asistencias multitudinarias para repetir los mismos comportamientos dejando de lado la singularidad humana. Asimismo, casi siempre los fanáticos cuando tienen poder por lo general violan los derechos humanos. Estos derechos humanos son los derechos que tenemos básicamente por existir como seres humanos; no están garantizados por ningún estado.

    Estos derechos universales son inherentes a todos nosotros, con independencia de la nacionalidad, género, origen étnico o nacional, color, religión, idioma o cualquier otra condición. Este principio de universalidad de los derechos humanos es para todo el mundo. Que significa la piedra angular del derecho internacional de los derechos humanos. Esto supone que todos tenemos el mismo derecho a gozar de los derechos humanos así sean criminales. Este principio, como se recalcó primero en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se repite en numerosas convenciones, declaraciones y resoluciones internacionales de derechos humanos para que se cumplan. Varían desde los más fundamentales, el derecho a la vida, hasta los que dan valor a nuestra vida, como los derechos a la alimentación, a la educación, al trabajo, a la salud y a la libertad.

    Para el presidente fanático de El Salvador combatir la delincuencia juvenil es igual a prisión y ni por asomo se plantea otra forma de solucionarla. Comprender los delitos que cometen los menores de edad es un gesto de generosidad. En muchos países se consideran delincuentes juveniles aquellos adolescentes entre los 14 y los 18 años que cometen delitos. Este fenómeno se ha estudiado durante años para comprender cómo se puede llegar hasta ese punto y poder darle una solución mucho más razonada y adecuada a cada circunstancia. Lo que no se entiende de Bukele siendo tan religioso es la falta de solidaridad con el prójimo, por eso insisto que el fanatismo religioso deshumaniza a las personas.

    Por eso estoy completamente de acuerdo con el Presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego, cuando habla de la educación para combatir la delincuencia «Mejor educación para menos delincuencia». La creación de más institutos y universidades gratuitas fomenta siempre la profesionalidad y disminuye considerablemente la delincuencia. Algo que se ha puesto en práctica en muchos países del mundo y que se ha comprobado minuciosamente que funciona con mucho éxito. El principal vínculo teórico entre educación y el comportamiento criminal es bastante directo: la educación aumenta las oportunidades de acceder a trabajos legales e incrementa sus salarios, lo cual reduce el atractivo financiero de las actividades delictivas.

    La integración de la prevención del delito y justicia penal en todos los niveles de la educación es esencial en la construcción de enfoques a largo plazo para la lucha contra el crimen y la violencia. También es crítico para asegurar que el estado de derecho se respeta desde una edad temprana con el fin de construir sociedades seguras y prósperas para todos. Es aquí donde podemos hacer un paralelo entre delincuentes de a pie y los de cuello blanco. Todos sabemos que hoy por hoy quienes provocan un Golpe de Estado, reprimen a su pueblo con políticas abusivas o con las fuerzas armadas o que sistemáticamente roban a la nación, como también, aquellos que tienen el poder de la información que desinforman, manipulan, mienten y atentan contra la democracia son también delincuentes en potencia y que por supuesto no deben quedar en la impunidad. Sólo nos queda decir que la paz se construye con los pies en la tierra. No con plegarias al infinito o con la cabeza en el cielo.

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